Me acuerdo cuando estuve en Finlandia. El sol entraba por la ventana del apartamento a las 4:30h de la madrugada. Por lo general, hacía frío; y eso que era pleno agosto. Pero la verdad es que no me importaba. Y aunque siempre tengo frío en todas partes, cada vez me gusta más la ropa gruesa de invierno.
Bajas temperaturas durante todo el año. Pocas horas de sol. Mucha nieve. Los países nórdicos se identifican bastante con todo esto. Sin embargo, y pese la afectación que tienen estos aspectos anteriores en los estados de ánimo de sus ciudadanos, lideran la mayoría de las listas como los países más felices del mundo. Para ser más concreta, podríamos decir que Dinamarca se encuentra en el primer lugar; Finlandia es el segundo, y Noruega, el tercero. A lo mejor podrían cambiar de orden, pero lo claro es que todos siguen en las primeras posiciones.
Está claro que se relacionan muchos factores en ese bienestar, como la economía y su riqueza como conjunto de país, pero hay otros aspectos mucho más llanos y accesibles para la gente de a pie que juega un papel esencial. Y seguro que ya sabes de que te hablo.
Sí, el hygge. Ese estilo de vida de origen danés que se podría referir a la capacidad de encontrar el bienestar en los pequeños placeres rutinarios. Sin grandes lujos. Sin grandes gastos ni desperdicios. Y es que, según certifican los estudios de Meik Wiking, CEO del Instituto de Investigación sobre la Felicidad, el 71% de la gente en Dinamarca asegura que el hygge se disfruta dentro de casa.
Un café caliente en un día frío de invierno. La iluminación de cada espacio. Las conversaciones tranquilas. La lluvia exterior que observas desde la ventana. Las velas y las plantas como decoración. La madera. Materiales naturales. Bufandas y calcetines, cuanto más gruesos mejor. Todo habla de hygge. Todo habla de encontrar el confort. Y así lo aplican los daneses en sus rutinas diarias.
Es cierto que cada país ha adaptado su significado y representación a su manera. Si para los daneses la época más hygge es otoño e invierno, para los holandeses, por ejemplo, lo es en verano. Y según el mismo estudio de Wiking, la afectación en su estado de bienestar es prácticamente el mismo. Así pues, esto nos lleva a la conclusión que saber encontrar esas actividades dentro de las rutinas es clave para poder experimentar un estado de ánimo complaciente, dentro de sus problemas y estrés diario, que también tienen. Por supuesto.
Según los estudios de Meik Wiking, el 71% de la gente en Dinamarca asegura que el hygge se disfruta dentro de casa.
¿Y esto va sólo de vida social? Pues no. Porque el hygge se experimenta en muchos ámbitos en Dinamarca (y en otros países nórdicos). Se experimenta principalmente en casa, ya sea solx o en compañía de amigxs y/o familia. Pero también fuera. Con actividades sostenibles, el contacto con la naturaleza, ir en bicicleta a todas partes, comprando productos locales o reciclando plásticos. Lo veo como un cuestión de compromiso. Sea con unx mismx o con el entorno. O ambos. Las oficinas de trabajo, horarios y estructuras de empresa, por ejemplo, están también adaptados para poder ofrecer una experiencia mucho más hyggelig. Hay zonas adaptadas exclusivamente para el descanso durante las horas de la jornada. O sofás para leer largos informes o hacer alguna reunión rápida. ¿Sabes en que posición se encuentran esas empresas? Líderes en cuanto a productividad y eficiencia. En general, la informalidad también entra en el concepto. Mucha más cercanía, complicidad y confianza, también.
Podría seguir hablando durante mucho más sobre este tema. Como aplicarlo en diferentes ámbitos. Cuáles son las actividades que más favorecen a esta filosofía. Pero esto, lo dejo para otro día. Realmente, desde que empecé a leer e informarme sobre el hygge, me cautivó. Porque creo que también soy de las personas que aprecia la cotidianidad de los momentos que nos sientan bien. De los pequeños detalles. De la buena compañía. Sin grandes extras. Lo que antes no sabía era la capacidad que tiene adoptar esa visión para cambiar nuestras perspectivas.
Así que para acabar, te dejo un último dato interesante. Según Robert Emmons, catedrático de Psicología en la Universidad de California, se ha demostrado que las personas que sienten mayor gratitud y bienestar no sólo son más felices, sino que ayudan más a los demás, se comprometen con su entorno y son menos materialistas. Así pues, ¿crees que la aplicación del hygge y del minimalismo en nuestras rutinas nos ayudaría a mejorar la sociedad en su conjunto? Yo creo firmemente que sí.
Muchas gracias por leerme.
A.