Soqueta Experiencies, gastronomía slow
Pleno agosto. Hacía calor, claro. A pleno sol, no sabría decirte con exactitud si llegábamos a los 35 grados, pero yo creo que sí. El caso es que daba igual; ropa fresca y a seguir. No sabía donde íbamos, era sorpresa. Así que yo, curiosa e impaciente que soy, no podía evitar preguntar. Evidentemente, no obtenía respuesta. Repito, era sorpresa :) Así que no tenía alternativa. Mi ilusión y yo nos subimos al coche para empezar la ruta hacía el punto de destino. Según el GPS, 42 minutos de camino.
El pueblo se veía tranquilo. Muy pequeño. Residencial. Y la calle donde el GPS marcaba como final del destino, de lo más convencional. Típicas casas bajitas con almacenes debajo y alguna que otra pared de piedra. El lugar estaba muy cerca de Palma, concretamente en Sant Jordi, y yo, a mi primer vistazo, para nada me parecía que allí hubiera algo cerca como para tener una sorpresa. Lo que no sabía es que tan sólo me faltaban unos 30 metros a pie para descubrirla.
La puerta del almacén estaba subida. Paula estaba dentro. Toda la tradición mallorquina, su gastronomía y su encanto más auténtico, también. Platos de cerámicas, escaleras de madera, cestas, vajillas antiguas, una cocina equipada y una mesa central con un montón de ingredientes y productos de la tierra preparados. A la derecha, en la pared, el nombre del lugar escrito encima de una madera, "Soqueta Experiences". Y ahí lo supe. Me imaginé por primera vez qué estaba haciendo allí. Y fue al leer lo que ponía debajo del nombre: Arrels de cuina mallorquina (Raíces de la cocina mallorquina). Era un taller de cocina tradicional de Mallorca, donde tenía unas 5 horas por delante para cocinar, aprender, degustar y compartir una experiencia slow a la vez que maravillosa.
"Cocinar, aprender, degustar y compartir una experiencia gastronómica slow a la vez que maravillosa"
Paula nos iba explicando cada paso de las recetas. Alrededor de la mesa, una pareja de Londres, otra de San Francisco y nosotros. El inglés, el idioma vehicular del encuentro :) Paula seguía los pasos y nos distribuía por tareas; unos con los ingredientes a preparar, otros en los fogones... y nos íbamos cambiando. Conversaciones entre nosotros que se iban alargando con el tiempo. Y así, íbamos conociéndonos unos a otros, con la amabilidad y simpatía constante de Paula como eje central.

Empezamos con un aperitivo. Como no podía ser de otra forma, queso de Mahón (¡a cuál más bueno!) y sobrasada ecológica. Todo acompañado con pan típico, un buen aceite y mermelada casera como opción más gourmet. Todas y cada una de las recetas que cocinamos eran platos típicos de Mallorca y los productos e ingredientes, comprados en los mercados de los pueblos más cercanos. Gastronomía KM0 para dar a conocer la cocina mallorquina. ¡Me encantaba!
Como platos principales cocinamos coca de trampó, de verduras, un toque picante, y con la masa también casera; tumbet mallorquín, una lasaña de verduras, patata y tomate; y de postre, coca de aubercoc (albaricoque), como lo dicen allí. La hora de la comida llegó un poco tarde, pues cada elaboración no era difícil pero sí necesitaba su tiempo. Si ya lo ponía en una de las paredes, donde colgaba un cartel de un reloj parado "Aquí no existe el tiempo, disfruta".

Hora de comer. Olía de maravilla y el hambre ya empezaba a ser notable. Todos sentados en la mesa de aquel lugar acogedor, auténtico, casero. Y yo pensaba mientras miraba a los demás; como son las cosas, estamos comiendo con completos desconocidos, de diferentes lugares del mundo en una mesa mallorquina porque todos nosotros hemos decidido estar aquí hoy mientras pasamos nuestros días de vacaciones en Mallorca. ¡Me parecía maravilloso!
¡Gracias Paula por tu iniciativa con este precioso proyecto, por compartir con todos nosotros vuestra tradición familiar y buenísima gastronomía mallorquina! Tot un plaer!
Y a ti, que sigues leyendo hasta aquí. Formas parte de cada historia. ¡Gracias, como siempre!
A.
